domingo, 23 de julio de 2017

VIVIR CON MIEDO ES PELIGROSO


(extracto del libro <La Vida>, segundo libro de la trilogía RECUERDA QUIEN ERES)
Autor: Javier G. Delgado

Solo es peligroso porque atraes aquello que temas. Todos los maestros siempre lo han dicho: no temas, no hay nada que temer. ¿Y por qué atraes lo que temes? Porque en ello te enfocas, así de sencillo. Lo recordamos una vez más: todo enfoque en algo, atrae ese algo. Y... ¿cuando sé que cargo con un miedo? Dicho directamente sería cuando hay algo que no puedo amar. De todas formas vamos a ir viendo el tema por partes.

      Muchas personas piensan que es bueno tener algo de miedo, o tener incluso miedo a Dios. Como si Dios fuera algo temible. Otros pueden añadir: es por tenerle respeto. Confunden miedo con respeto. Tienen un extraño sentido de la libertad. Tal vez en eso consista sus libertades: ser los dueños de sus propias cárceles y, además, lo mejor es que no se den cuenta, porque si pudieran ver lo que hacen con ellos mismos, tal vez verían la locura de cerca, tan de cerca que… ¿aprenderían a correr del miedo? A dejar de vivir bajo su mismo techo…

      Otros piensan que sí, es mejor vivir sin miedo pero que hay que ser prudente. Hay un <pero...> añadido. Eso de vivir por completo sin miedo, les suena temeroso y ese sonar no pueden verlo, por tanto no podrían ver lo que escribo aquí. Como si esto fuese completamente otro lenguaje. Vivir sin miedo pero ser prudente es lo que dicen todos aquellos que siguen con miedo. Quien así se manifieste basando la prudencia en lo que necesita tener, vive con el miedo de tener que ser prudente para sobrevivir. Piensa, si no soy prudente estoy perdido/a. ¿Es una necesidad la prudencia para poder vivir sin miedo? Si necesitas de la prudencia para poder vivir sin miedo, estás metido en el miedo de la imprudencia, o, tienes miedo de ser imprudente, que es lo mismo. Habría que cambiar la palabra prudencia como tal ilusión que es, por la palabra <natural>. Lo diré de otra forma: ser prudente es lo contrario de ser NATURAL, es lo contrario de vivir sin miedo. Te lo aclararé más: cuando vives sin miedo, ya va incluido en el mismo paquete que serás prudente sin necesidad de pensarlo siquiera. Si necesitas haberlo pensado, entonces ya estás siendo imprudente contigo mismo sin haberlo visto. Por tanto... ¿existen las personas imprudentes consigo mismas todos los días? ¿La verdadera imprudencia es ser prudente? ¿Tienen miedo de vivir sin miedo?

      Si sigues pensando que hay que ser prudente es que tienes algo que sanar, y el contexto, porque todo en la vida es contextual, ya se te ha mostrado.

      Prosigamos: todo miedo es mental y al vivir así se posee el ingrediente ideal para seguir creando separación. Es el ego quien no puede vivir sin miedo. Por tanto, si las personas empiezan a desprenderse de los miedos, es a través de una aceptación como la que sí tienen los niños pequeños. Por eso ellos siempre pueden estar en todas partes, porque no tienen miedo. El miedo no puede cargar con la aceptación, es muy superior a él. En este escrito, cuál sería la verdadera aceptación: tal vez la de asumir cualquier miedo que quede por ahí dentro y, que en ocasiones deambule de un lugar para otro buscando que no lo echen a la calle del olvido. Y si hablamos de una creación, es una fuerza impulsora en contra de la paz. Muchas personas cargan con estas fuerzas al llevarlas por dentro y no son conscientes de su propia inconsciencia hacia la vida por continuar manteniendo lo contrario a lo saludable.

      El miedo es una energía creada por uno y tiene su propio funcionamiento. Por eso, pasemos ahora a la sala de desmontaje. Y desmontar el miedo consiste sencillamente en encararlo, afrontarlo. Eso mismo que tantos miedos da. Y somos conscientes de que pueda dar miedo, es por eso que se escribe esto, para encajar que siempre va a estar disponible para todo el mundo la información del funcionamiento de estas cosas. Cuando te acercas al miedo, éste corre. Si de verdad lo miras a la cara, desaparece, no le da tiempo a correr. Por el lado contrario, si huyes de él, te perseguirá y no tendrás donde esconderte. La aceptación honesta de que el miedo viva contigo, es lo que hace que vaya desapareciendo. Es lo primero antes de pasar a la acción. La pregunta aquí podría ser: ¿como vas a cambiar el miedo por otra cosa si comienzas negándolo? Continuando con las mismas sencillas palabras, se puede decir que, si lo niegas, es como decir que no está, y el miedo da por sabido que no lo has visto y seguirá contigo. Y seguirá a tu lado de forma solapada para que no lo puedas ver. A no ser que…, si tenemos claro que lo que sigue es acercarte a él (despacio si quieres, no hay prisa) inteligentemente puedes, ¿y por qué no?, estrecharle la mano. Puedes abrazarlo, nada te lo impide. Esto no solo es lo primero, es lo más necesario antes de llegar a un trato razonable con él. Para razonar este trato mejor, tal vez te ayude el saber, que cuando ya no viva contigo, será una energía liberada, ya que el miedo es una energía densa y como tal, para que lo entiendas a la primera: el miedo sufre. Le causas ese sufrimiento a través de ti. El miedo siempre tiene miedo. Y el miedo no puede vivir sin miedo, es su alimentación aunque eso mismo le haga sufrir. Una vez que ocasionaste la liberación del miedo, una vez que lo sacaste de su jaula, puede que te preguntes qué queda en su lugar dentro de ti. Pues lo mismo que el miedo lo has liberado y anda por ahí suelto sin asustar ya a nadie, por haberse convertido en lo opuesto, de la misma forma, tú también te has convertido en lo opuesto en esa parte que corresponde al concreto miedo desalojado.

      A partir de aquí, comprenderás bien que, lo mismo que vivir con miedo es peligroso (tal como se titula este escrito), también sabrás mejor que vivir sin miedo es saludable.

CUANDO EL MIEDO DESAPARECE LA FELICIDAD ACAMPA EN TI
VIVIR SIN MIEDO ES CURAR LA MIOPÍA
PODER VER CLARO ERES TÚ


VIVIR CON MIEDO ES PELIGROSO 2 

En el escrito anterior acerca de vivir con miedo estuvimos viendo la introducción necesaria para llegar a ver a mayor profundidad lo que sigue. Sin perder la respiración. Hablamos de ver el funcionamiento del miedo tras haberlo creado. Lo de haberlo creado uno mismo es lo único literal aquí. Todo lo demás es más contextual. Hoy vamos a crear un círculo mayor que, al darle la vuelta, muchos tengan la oportunidad de comprender.



      Un día no te dijiste: estoy aburrido/a, por qué no crear algo de miedo para asustarme..., simplemente lo hiciste sin saber lo que hacías, porque de haberlo sabido como algunos ya entienden, no hubieras jugado con el amor. Por cierto, hace muy poco alguien me lo dijo: ya comprendí lo de no jugar con el amor. Es eso, jugué con fuego y me quemé, sí, no sabía cuanto daño me hacía yo, remató. Enseguida vi que lo entendió. Hablando con él en días posteriores me decía que se alegraba mucho por tener este conocimiento y tiene bien cuidado de no inventarse más la vida, además. Sabía que había estado siendo un peligro para sí mismo durante mucho tiempo y, eso mismo, a veces le causaba risa cuando miraba hacia atrás, y, algo de vértigo como una extraña emoción de meterse en un deporte completamente desconocido.

     Para darse cuenta de lo que hacía tuvieron que ocurrir algunas cosas necesarias que la mente llamaría: conmociones al borde de la muerte. Y para que no tengas que vivir lo que tratamos, te damos otra oportunidad si miras atentamente: cada vez que tienes un sobresalto, estás creando miedo. Casi todos piensan que el sobresalto viene de fuera de uno. La parte más engorrosa: si no te engañas, no aprendes a dejar de engañarte. La más suave: si miro a la cara directamente, a la cara del sobresalto cada vez que termino sobresaltándome, en poco tiempo el sobresalto se traslada al lugar de la tranquilidad. Desaparece. Solo por traspasarlo con la mirada. Me tomo un tiempo para hacer posible que me interese de verdad el tema porque se lo merece.

      Alguien se dio cuenta que mis escritos suelen comenzar por el revés y añadió, así nos pones al derecho. Yo no puedo contabilizar eso, es la verdad. No estoy en cómo escribo esto o aquello, simplemente me dejo llevar, ni tengo idea porqué me remito a esto en concreto ahora. Lo que sé es que cuando el miedo desaparece es porque ya no le haces caso a lo que toca cada vez, más bien surges de cada momento como si el momento y uno mismo fueran la misma acción sin esperar a lo que viene. No existe la posibilidad de la separación entre el momento y uno. Ah, para separar el momento y uno, solo hay que actuar como si la vida que rodea a uno fuese otra cosa distinta a uno. ¡Eso es un suicidio lento y continuo! Esa sería la forma más práctica de crear miedo. Lo mismo que vivir entre extraños. De muy joven me preguntaba por qué tanto vivir entre extraños si no era lo que deseaba. Ahora me río con..., por qué dejé de extrañarme. Cuando ya no me extrañaba, o sea, cuando siempre me podía sentir bien en cualquier lugar a todas horas, encajé mejor eso del momento y uno, sin la y. Y es que... cuando estás bien, nada puede estar mal. Cuando se está mal, se fugó lo natural.

      Bueno, en parte podría tener razón quien afirmaba lo de escribir al revés si me voy hacia qué cosas diría alguien que vea claro cómo crean los demás el miedo. Diría algo así:

      No me afecta que tengas una vida de saltos y suspiros basada en el desastre si con ello pretendes que alguien te salve del fuego que enciendes a diario. En eso te cuentas el cuento sin sentido común. No me apego a que te vendas a la mafia del inconformismo por conformarte sin ti. Te lo diré más claro: me da igual si incubas desiertos o saltas por lo aires como una olla a presión, porque si me quedara para verlo no te estaría avisando. No me interesan tus quejas sin nombre que ya ni comprendes y pretendes explicártelas al tiempo que te embraveces de mi desinterés. No me estimulas pretendiendo estar desafortunado/a de todo. Si ya lo sabes: mientras más asuntos sin resolver, más vulnerable eres. Más teatros o llantos, más cobardía o miradas de reojo. Con tantas cosas de este tipo que intentas darme, más inmune me vuelves a tu desequilibrio que no recibe miradas. Aunque te olvides de ti, yo no me olvido de mí. ¿Por qué razón me iba a interesar semejante suicidio? Igual de semejante a tu forma de actuar. ¿Te he dicho claro que no me interesa que sigas muriéndote en vida? No me interesa ir contigo de camping si vienes con miedo al frío cobarde de la falsa autocompasión. No me interesa tu continua desapetencia sin encontrarte en ninguna parte. Ni siquiera tus reproches a mi ausencia en tu buscada muerte. Te digo que no me interesas porque digo sí a la vida, porque TE AMO no siento interés alguno por tu fachada mental.

EN EL AMOR NO HAY DESINTERÉS ERRÓNEO

      Aunque tampoco, ser del derecho o del revés, tenga que tener necesariamente una estrategia especial. Saben..., si hago un ejercicio conmigo de reírme conmigo, alguien podría decir sin que tenga que esperar mi reproche, que me repito demasiado. Ese alguien tendría que haber leído mucho de mis escritos, y tal vez repetidamente hasta ver. Qué irónico, verdad..., o, qué paradoja otra vez... Puede que crear tantos miedos no sea repetirse. Y después alguno salta diciendo: ya me caí otra vez. Cuanto cuesta ponerse de pié. Es como si cada vez fuese más trabajoso. Cuánto cuesta la vida. ¿CUÁNTO CUESTO? El sentido del humor también somos nosotros, no podemos separarlo y botarlo a otro invento. De nuevo sería más todo sin la y. Quien viva muy intensamente está comprendiendo, eso lo sé.

      Entonces, pasemos de nuevo a la sala del desmontaje. Vamos a desmontar el miedo en esta ocasión desde la base de entender que con miedo o sin el, la vida va a seguir y no espera a nadie desde el contexto: caigas o no caigas. Cuando ya has cargado la batería de la laptop, para qué seguir con el cable enchufado. No va a cargar más batería. Cuando ya has tropezado cientos de veces en lo mismo, para qué tropezar más… Será que no te dolió lo suficiente... Otro asunto nos trae aquí: tirarte a lo desconocido de vivir sin miedo alguno tal vez sea sublime, no te lo voy a contar, lo tienes que vivir por ti mismo/a. Nada que ver con el mayor de los placeres que tengo al comer chocolate. Aquellos que sienten mucho, podrán decir que me lo paso a veces muy bien con los ejemplos desaparecidos en combate. Ellos sí entienden el chiste. Los que no van a leer esto. Lo leen de otra forma y me dicen, a veces, deja ya el chocolate. Aunque nadie me regale chocolate. Eso sí, mientras lo disfruto, veo a otro caer. Y entonces... ¿ya no es tan dulce?, me preguntó alguien una vez. En la pregunta está la respuesta, le dije. O…, hace mucho que hubiera dejado de comerlo y me hubiera agarrado al..., ¿de qué se tratará ahora la adivinanza?. Sí, premio..., me hubiera agarrado al miedo. Porque estaría basado realmente en un miedo.

      Si te agarras a pensar que sin miedo a nada te vas a tambalear y caerte porque nada te sostiene ahora, no vale. Te pongo rápido el opuesto y real. Sin miedo es que te acuerdes cómo sentías la vida cuando eras un niño/a de casi ningún año. ¿Ya entró la marcha? Si miedo es: lo que me da miedo, es lo mismo que me tiene dentro del miedo. Sin miedo es aceptar esto. ¿Por qué he dicho sin miedo? Porque lo que me gusta no es solo el chocolate, sino muchos otros sabores que me podría perder si me quedo solo con el chocolate. Y otra cosa es saber que ahora sí estoy autorizado a comer chocolate, antes no. Te estoy diciendo que el sabor que más te guste, nunca lo disfrutarás como se podría si estás a tientas con el miedo. Al perder una parte del sabor, no degustas todo su contenido. De ti se trata si comprendes: lo que me asusta, lo mantengo para seguir asustado. Solo comprender esto, solo sumergirte dentro de esto. Sumergirte de verdad. No necesitas nada más. Porque al comprender (lo que aquí no se explica porque tienes que verlo tú) vas a saber qué hacer.

      Hasta aquí el primer rebobinado en la sala del desmontaje. Cuando encajes eso así, sin más, has dado el mejor paso, ya que nunca te dije: tienes que quitarte el miedo. Así no funciona, hermano/a. Nadie se puede quitar lo que no sabe que lleva puesto. A ver..., cierra los ojos y tantea en el aire a ciegas por si cazas algún miedo... No, ¿verdad? El miedo dice que no está, que no vino por aquí. ¿Donde está entonces...? ¿Se olvida donde está cada vez que dices no tengo miedo? O…, ¿por qué iba a tener miedo? Porque preguntas...(por eso), bueno, no quiero repetirme, aunque mi respuesta es que sigo comiendo chocolate. Y..., y te veo caer, y te voy a decir la verdad sin la y. Te veo caer, sigo comiendo, veo cómo te tiras, sigo comiendo, por ese orden. Siempre degusto todos los sabores. Este dice que sigue comiendo, yo no me aclaro, puedes decirte. Ya..., pero el miedo te lo guardas al negarlo. ¡A que se ha vuelto a perder…! Se nos ha perdido el miedo, ¿cómo ha sido posible? Hay que encontrarlo. Porque si no lo encuentras, él te encontrará. Al mejor estilo thriller. Ahora no puedo reírme, esto es muy serio, piensan algunos. El miedo sí que es serio, ¿no? O cuando pones cara de estar cayendo, nadie te puede hacer reír... A ver, que venga el guapo/a y diga quién puede reír mientras se caga de miedo aunque yo siga comiendo. Ya no voy a decir la palabra chocolate. Ya la conocéis todos. ¿Respondí suficiente? ¿o se necesita pasar más miedo…? ¡Quién sabe!

      También digo, no sé si os habéis dado cuenta, que el sentido del humor es el arma letal para el miedo. Bueno, no sabía lo que estaba saliendo, alguien ahora mismo me lo ha soplado al oído. Yo me he reído mucho mientras ha salido escrito lo que no sé que ha salido. Tal vez porque ni una palabra haya intentado sonar a miedo. O sea, mientras sigo masticando el lenguaje de las probabilidades que tienes para pasar miedo, diría que tienes las mismas que proporcionalmente guardes como miedos sin ser vistos, autentificados, presentados a escena... Todo el tiempo hablando de aceptar lo que no se quiere, es duro, lo sé. Nadie te lo pide tampoco. El escrito se entrega para quien quiera vivir, nada más. Nadie tiene por qué pasarlo mal como si tuviera miedo, que conste. Me dio por hacer juegos con las palabras, y los dedos siguen ahí erre que erre, no puedo pararlos ya, ¿se han pegado a la ausencia de miedo para hablar del miedo a estos niveles de reírme con todo?

      Vamos pues al desenlace de haber encajado el poder de aceptar los miedos, sean cuales sean, sirve para todos ellos y soy muy consciente de la variedad existente. Una vez que la aceptación (honesta de estar junto al miedo sin pasar miedo en conciencia de lo que hago y manteniendo la calma), esté lista, hará posible que mantengas la mirada al miedo, esa mirada de la que tantas veces he hablado, para..., en definitiva, ver, y lo verás, cómo cae el miedo sin que nadie le empuje.

      Y cuando ya no tengas más miedos, quien suscribe esto te certifica que ya no irás más a buscarlos.
      Copia y pega este certificado donde quieras.
      Sin miedo.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario